ALUBIAS:LA HISTORIA DE LA HUMANIDAD

Todos hemos escuchado que las alubias provienen de América, pero ¿sabemos que miles de años antes de que Colón llegara a América ya existían alubias en el viejo mundo?

Desde hace siglos las legumbres han sido cultivadas por casi todas las culturas, desde el Neolítico. Cuando la humanidad comienza a cultivar la tierra, junto a los cereales, se convierten en uno de los alimentos básicos de la especie humana.

Hay datos científicos que avalan que en el Próximo Oriente, hace más de 6.000 años, existió uno de los primeros vestigios de la domesticación de variedades silvestres de lenteja, garbanzo o guisantes, expandiéndose luego por todo el mediterráneo.

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Legumbre del viejo continente

Se han hallado restos que demuestran que los egipcios tenían veneración por las lentejas, cosa que luego adquirieron otras culturas como la romana.

En poco tiempo las lentejas, habas y garbanzos formaron parte de la alimentación básica de egipcios, griegos y romanos. Pero no solo de la alimentación, también formaron parte de la cultura de estas sociedades.

La legumbre formaba parte de las celebraciones de numerosas sociedades como la egipcia y la romana.

En España concretamente, los primeros cristianos del siglo III, celebraban una festividad en la que honraban a sus difuntos y les llevaban garbanzos, altramuces, lentejas y habas.

También existen tratados como el de Carlomagno o el de Casiano Baso del siglo V que explican como debe ser su cultivo y su uso como plantas medicinales.

Está claro el origen de todas estas legumbres en el viejo mundo, pero, ¿qué ocurre con la reina de las legumbres? ¿De donde provienen las alubias también conocidas como judías, frijoles o con un sin fin más de nombres?

Las alubias son también uno de los alimentos más antiguos y han formado parte importante de la dieta humana desde tiempos remotos. Empezaron a cultivarse aproximadamente hacia el año 7000 A.C. en el sur de México.IMG-20180316-WA0007

Los estudios científicos establecen que el frijol común se originó en Mesoamérica y posteriormente se domesticó entre los 5000 y 2000 años a. C. en dos zonas de América: Mesoamérica (México y Centroamérica) y los Andes (Sudamérica). A partir de este frijol silvestre se formaron dos acervos genéticos domesticados distintos, Mesoamericano y Andino del que descienden el resto de Phaseolus que se extendieron por el resto de territorios.

Cuando los “conquistadores” del Imperio español llegaron al continente americano, descubrieron las diversas variedades de frijoles que allí existían. Cristóbal Colón las llamó faxones y favas por su parecido a las habas que ya se conocían desde tiempos inmemoriales en el viejo mundo.

Los primeros exploradores trajeron consigo en su viaje de vuelta a España numerosas variedades vegetales nuevas, entre ellas diferentes variedades de frijoles.

De España rápidamente se expandieron por el resto de Europa y rápidamente llevaron estos frijoles a todos los lugares de viejo mundo llegando a principios del siglo XVII a ser ya cultivos populares en Europa, África y Asia.

El origen americano del phaseolus es una realidad científica incontestable, pero cuando nos hemos preguntado por el origen de la alubia en España, también llamada judía, nos surge la siguiente duda.

La palabra alubia proviene del árabe Al-lubya, y ésta a su vez de un helenismo que sirvió para llamar a los frijoles en arameo, lubya. En España se tomó el nombre árabe y se transformó en alubia para designar al grano seco de los frijoles.

Hasta ahora se había defendido que el origen de la palabra judía, respondía a la palabra yudiya. Pero recientemente se ha constatado que este origen es equivocado. Probablemente el origen de esta palabra es la utilización de esta palabra para designar algunas variedades vegetales como cardo judió o fesol judío, degenerando y utilizando solamente la palabra judía.

Esto nos genera una duda, ¿Cómo es posible que existan las palabras alubia y judía que se remontan incluso a tiempo de los sumerios, si aquí no se conocían hasta el regreso de Colón?

Simplemente es imposible. Las alubias eran conocidas en el viejo mundo miles de años antes de que llegaran los phaseolus de América. Existen restos materiales y documentales que así lo avalan. Simplemente responden a un taxón diferente al phaseolus. Estas variedades serían del género Vigna (Vigna unguiculata, vigna mungo), Dolichos, cajanus cajan y otras hoy en día por desgracia extintas.

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Carillas, vigna unguiculata

En España estas variedades no tenían la misma aceptación que otras legumbres como las lentejas o los garbanzos, salvo las alubias de los árabes y las judías que comían los españoles sefardíes en sus tradicionales guisos, como el choment o la adafina.

A pesar de que estas variedades eran taxonómicamente diferentes a las traídas de América, como eran similares a las que ya existían en el viejo mundo, tuvieron una buena acogida y se siguieron llamando alubias o judías, y poco a poco se fueron incorporando al recetario popular.

El continuo comercio con América posibilitó un intercambio continuo de legumbres. Las variedades americanas enseguida llegaron en barcos a España y al resto de Europa, Asia y África, y de la misma manera se llevaron garbanzos, lentejas, habas y variedades del género vigna.

Comenzó así una imparable expansión de las distintas variedades de alubias, llegando a ser uno de los principales alimentos en el mundo, siendo un alimento que salvó numerosas vidas en Europa durante las hambrunas de la Edad Media.

La evolución de las alubias ha sido diferente en cada zona. Debido a características innatas de cada variedad y a influencias climatológicas y culturales, las alubias siguieron un proceso diferente en cada lugar, dando lugar a miles de variedades adaptadas cada sitio.IMG_20190120_171521

La historia de la legumbre en general, y las alubias en particular, no es solo una historia de agricultura, si no que llevan en sus genes la historia de la humanidad, de cómo domesticaron las variedades silvestres, de cómo eran las culturas antiguas y como han evolucionado las mismas. Estamos obligados a conservarlas, no solo por la importancia de la biodiversidad, si no porque cuando una variedad se extingue, se extingue con ella una historia, una cultura, y no nos lo podemos permitir, ni por nosotros, ni por nuestros antepasados.

Autor: La Huerta Socarrá

Amantes de la naturaleza que queremos conservar nuestras semillas libres locales

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