Acodo aéreo en frutales.

Una forma sencilla de reproducir nuestros árboles y conseguir ejemplares idénticos a los padres.

A veces nos gustaría tener nuestros propios frutales, pero sembrarlos desde semilla requiere mucho trabajo, exige mucho tiempo y muchas veces deben ser injertados por lo que decidimos evitar todo esto y comprarlos. Pero puede ocurrir que ya tengamos algún árbol y queramos reproducirlo, bien para que no se pierda o bien porque queremos tener más ejemplares iguales. En este caso, tenemos dos formas de reproducirlos sin tener que hacerlo desde semilla, adelantando así mucho tiempo: por esquejes o estacas, o mediante la técnica del acodo.


Estos dos métodos sirven para casi cualquier árbol, no solo frutales. La técnica del esqueje ya la explicamos cuando reproducimos grosellas y frambuesas, así que hoy vamos a explicar como realizamos los acodos en nuestros frutales.


El acodo es un método de propagación por el cual provocamos que una rama consiga echar raíces mediante calor y humedad. De esta forma el resultado será genéticamente igual al padre.


Dependiendo de la variedad de árbol y el clima de cada zona, varía la época de realizar el acodo, pero en general podemos decir que el mejor momento es a finales del invierno cuando empieza a mejorar el tiempo con la llegada de la primavera.


Hay dos tipos de acodo básicos, el acodo terrestre que se basa en enterrar una parte de la planta en la tierra y el acodo aéreo que es el más adecuado para árboles con ramas gruesas y altas.

El primer paso es elegir la rama que vamos a acodar. Lo ideal es coger una rama joven, recta y con suficiente longitud. Una vez escogida, debemos practicar un corte en la piel en forma de anillo de un par de centímetros, para poder quitar la corteza de esa parte, que es de donde brotarán las raíces. Podemos aplicar un enraizante si queremos aumentar las posibilidades de éxito, pero no es indispensable.


Si queremos facilitar la aparición de raíces, podemos previamente someter a la zona en la que se va a provocar la aparición de raíces, a un proceso de etiolación, que consiste en tapar esa zona con una cinta opaca para que esa corteza pierda los cloroplastos y sea más similar a la corteza de las raíces. Este proceso puede durar varios meses.

Una vez realizada la incisión, debemos de tapar la herida con tierra. Esta tierra debe ser lo suficientemente esponjosa para que no se apelmace y permita un buen desarrollo de las raíces. Para ello nosotros usamos botellas recicladas, de manera que las cortamos para poder rodear con ellas la rama y rellenarlas con tierra.

A continuación cerramos la botella con cinta para evitar la perdida de tierra y humedad. Lo hacemos con cinta opaca para evitar que la luz afecte a las futuras raíces. Una vez que ya está la botella cerrada, regamos abundantemente, y después aislamos todo con más cinta para mantener la mayor humedad posible y mantener la zona con una temperatura adecuada.

Nosotros para terminar, envolvemos todo en bolsas de plástico de manera que conseguimos un mayor aislamiento y evitamos que alguna helada tardía afecte a las raíces.


Deberemos revisar a menudo el acodo para que nunca pierda humedad, podemos regarlo con una jeringuilla evitando así tener que deshacer el aislamiento.

Al cabo de unos meses, del acodo habrán brotado raíces suficientes para poder individualizar nuestra rama, así que cortaremos la rama por debajo del acodo y con mucho cuidado de no romper el cepellón, lo plantaremos en macetas con un tamaño suficiente para que sigan desarrollándose las raíces.


Es adecuado no plantarlo aun en su lugar definitivo, ya que al separarlos del árbol suelen sufrir, y es adecuado ponerlos a la luz, pero fuera del sol directo hasta que se hayan adaptado a la vida independiente.


Como veis es una forma sencilla de reproducir nuestros árboles, sobretodo para los casos en los que tenemos árboles viejos que queremos conservar.

Autor: La Huerta Socarrá

Amantes de la naturaleza que queremos conservar nuestras semillas libres locales

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